Continuamos esta semana ampliando información sobre el dolor lumbar: ¿cómo prevenirlo? ¿qué debemos y qué no debemos hacer? Esperamos que os sea de ayuda.

 

¿Cómo podemos prevenir el dolor de espalda?

 

  • Haga ejercicio periódicamente. La actividad regular mantiene su cuerpo fuerte y flexible para ayudarle a apoyar la espalda. Establezca y mantenga un programa regular de ejercicios que incluya entrenamiento aeróbico.

ejercicio

 

  • Controle su peso. El peso provoca estrés adicional en la espalda y en todas las estructuras con las que se relaciona.
  • Evite actividades que requieran levantamiento de objetos pesados, rotaciones importantes del tronco o vibraciones corporales. Estas acciones pueden generar mucho estrés y tensión en su espalda. Evítelas siempre que sea posible y use una mecánica corporal adecuada.
  • Tome conciencia de su postura, una correcta higiene postural, y acuda a su fisioterapeuta para que le valore y enseñe técnicas de corrección si no sabe como corregirla.
  • Reduzca o controle el estrés. El estrés puede causa tensión muscular e incluso espasmos, modifica los patrones respiratorios y nos hace adoptar postura de “defensa”. Busque formas de reducir o controlar el estrés en su vida.

 

¿Qué no debemos hacer ante un dolor de espalda?

 

  • Reposo en cama:

cama

Solamente autorizado si la intensidad de los dolores lo precisa. Cuando se prescribe, debe ser lo más corto posible, de naturaleza intermitente, no permanente (se levantan solo para ir al baño) y no debería durar más de dos o tres días. Se recomienda seguir con las actividades habituales en la medida de lo posible, tanto de la vida diaria como laboral (aunque habría que valorar el tipo de trabajo).

* Se designan actividades de la vida cotidiana como las siguientes: vestirse, lavarse, subir y bajar escaleras, hacer compras, comer en la mesa, preparar las comidas, recoger objetos, hacer las tareas de casa, etc.

  • Las fajas y corsés lumbares:

Las fajas lumbares pueden ser útiles como parte de un tratamiento para aliviar un episodio de dolor agudo lumbar, ya que proporcionan sujeción y estabilidad a la zona. Sin embargo, su uso prolongado puede convertirse en un riesgo. Se recomiendan únicamente en situaciones muy agudas en las que el dolor no permita realizar las actividades básicas de la vida diaria.

Debido al efecto de la faja, la musculatura responsable de la sujeción de la columna deja de hacer su trabajo, y se atrofia aún más, generando mayor debilidad en la zona lumbar.

Además puede dar lugar a otro tipo de efectos colaterales como afecciones de la piel, debido a la fricción o al calor que generan, problemas digestivos o de circulación sanguínea.

Por estas razones, la faja lumbar puede ser útil para aliviar el dolor en casos puntuales, en los que debe retirarse lo antes posible para evitar la pérdida de tono muscular de la columna y con ello la cronificación del problema.

Su uso debe ser temporal, y siempre y cuando no se sufran de otro tipo de afecciones que puedan verse agravadas por su utilización.

 

¿Qué podemos hacer ante un dolor lumbar?

 

  • Manténgase en movimiento. Es normal que quiera evitar el uso de su espalda cuando ésta duele. Sin embargo, para la mayoría de los tipos de dolor de espalda, se ha demostrado que la inactividad, especialmente el reposo en cama, hace más daño que bien ya que puede retardar el proceso de recuperación y provocar que sus músculos estén más débiles, tensos y presenten más dolor. Aunque quiera evitar las actividades que hacen que su dolor empeore, manténgase lo más activo posible.

pasos

 

  • Encuentre una posición cómoda. Cuando repose, puede ser que tenga que probar diferentes posiciones para aliviar su dolor. Una posición que funciona bien para muchas personas consiste en acostarse boca arriba con las caderas y las rodillas flexionadas, con almohadas debajo de sus muslos. Acostarse sobre un lado con las rodillas flexionadas y una almohada entre sus piernas también puede ayudar.
  • Aplicación de calor o frío. El frío puede disminuir su dolor, mientras que el calor puede relajar los músculos tensos. Aplique hielo o calor, sin sobrepasar intervalos de más de 10 minutos. Para aplicar calor, pruebe con una botella de agua caliente, una almohadilla térmica, o un saco de semillas; o tome un baño caliente.
  • Trate de corregir su postura como le hemos explicado. Si no sabe cómo debe realizar las correcciones o no puede, debe acudir a su fisioterapeuta.
  • Acuda a su fisioterapeuta para que realice una valoración completa, comience el tratamiento y le de recomendaciones personalizadas en cuanto a ejercicios y estiramientos.

Y recuerde: ¡prevenir es mejor que curar!


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